jueves, 30 de abril de 2009

Non, je ne regrette rien

CAPITULO 22

Sabes cómo jugar fuerte, Charo. Hoy, por primera vez, he completado la certeza de que tu locura es irreal. O que no es de psiquiátrico. No de este. Quizás del exterior.

Anoche, cuando dejaste el CD de Piaf en el escritorio, abierto de par en par, no seguí el juego. Fue esta mañana, aun amarrado por las babas del sueño, que desperté a todo.

Repasémoslo así.

Play.

Allez, venez, Milord!

Vous asseoir à ma table;

Il fait si froid, dehors,

Ici c'est confortable.

Pause.

(Casillas escribe en una hoja membretada del hospital.)

Este disco, esta canción y esta Piaf me han resuelto la octava laguna de la memoria. A tí era a quien gustaba Piaf, a tí a quien esta letra transportaba. Yo fui tu Milord, Charo.

Play.

Laissez-vous faire, Milord

Et prenez bien vos aises

Vos peines sur mon coeur

Et vos pieds sur une chaise

Pause.

Me perdonarás, nunca supe jugar el juego. Rizar tu rizo. Esta, Charo, es la más clara aproximación al perdón que puedo hacer hoy. Y también es una carta de amor.

Play.

Je vous connais, Milord,

Vous n'm'avez jamais vue

Pause.

Y hoy gemiré por eso, maldita Charo, bendita Loca Estela.

Play.

Je ne suis qu'une fille du port,

Qu'une ombre de la rue...

Pause.

(Casillas enciende un puro; se estira en el sillón.)

Temo a tu sombra porque las sombras siempre salen a nuestros pies. Son el cable a tierra, ¿sabías? Igual es una liviandad.

Conocerte cambió mis modos. Algunos. No puedo decirte todo ahora. Basta que enuncie esto: sin tí, hubiera sido peor. No tengo límites. He dejado detrás toda frontera. Sé que no me queda sino mantenerme en línea recta hasta que no haya adónde ir. En un mundo circular, lo sabes, eso es imposible: uno siempre vuelve al punto de partida nada más para darse cuenta que ni el espacio es idéntico ni el pasado te refleja. Lo hecho nos devuelve un eco, un sonograma. Nada es igual a sí mismo.

Cada vez que paso por el mismo lugar —ese lugar está en mi cabeza—, no me reconozco.

Play.

Pourtant j'vous ai frolé

Quand vous passiez hier,

Vous n'étiez pas peu fier.

Dame! Le ciel vous comblait:

Votre foulard de soie

Flottant sur vos épaules,

Vous aviez le beau role,

On aurait dit le roi...

Vous marchiez en vainqueur

Au bras d'une demoiselle

Esta...

(El bolígrafo se queda sin tinta. Casillas busca otro en el cajón de su escritorio.)

Esta es una derrota autoinfrigida. No me queda tiempo, Charo. Debo terminar lo que resta: recopilar las memorias, quizás llevarlas al papel. Y desaparecer.

Soy un bólido, ya ves. Y soy mi propio conductor. Y he perdido el control de mi vehículo en la carretera rápida, que es lo mismo que perderse a uno mismo.

Mon Dieu!... Qu'elle était belle...

J'en ai froid dans le coeur...

Tú me calmabas, Charo. A tu modo, que nunca reconocí. Nunca tuve ancla, al parecer, y cuando la fuiste, decidí cortar la amarra.

Así es: no soporto las ataduras. Soy un niño que quiere seguir jugando en la calle, en un barrio malo, solo, y a las 10.00 pm.

Allez, venez, Milord!

Vous asseoir à ma table;

Il fait si froid, dehors,

Ici c'est confortable

(Casillas
fuma.)

Lo está. Esta canción era tu capullo, donde tú, vos, te encerrabas. En estas letras siempre estuvo tibio, Charo.

Laissez-vous faire, Milord,

Et prenez bien vos aises,

Vos peines sur mon coeur

Et vos pieds sur une chaise

Je vous connais, Milord,

Vous n'm'avez jamais vue

Je ne suis qu'une fille du port

Qu'une ombre de la rue...

Pause.

¿Quién soy, Charo? Dime, ¿hay El Otro Casillas como hay una Loca Estela? ¿Cómo es él? ¿Cómo lo conociste?

Hace frío. En esta oficina hace frío. Afuera hay sol, pero aquí invierna.

Play.

Dire qu'il suffit parfois

Qu'il y ait un navire

Pour que tout se déchire

Quand le navire s'en va...

Il emmenait avec lui

La douce aux yeux si tendres

Qui n'a pas su comprendre

Qu'elle brisait votre vie

Pause.

(Casillas dobla el papel; lo mete en un sobre; cierra el sobre; gira en la silla; mira por la ventana; al otro lado de la calle ve estacionado el mismo auto de las últimas semanas; cavila.)

No me compadezcas, canción. No lo deseo. Esta ligereza, la ausencia de escudos, concluirá. Nada más espera hasta el final.

Son varios finales. El final de esta canción. El final del pasillo del hospital. El final del polvo con Estela, con Charo, con la enfermera (hoy no puedo decir su nombre), de los niños y la niña de Lima.

Mi final, cuando haya acomodado los diez recuerdos extraviados. Cuando arme el rompecabezas final, uno sin reglas. Allí habrá un legado: como quiero que sea contada mi historia.

Ustedes, los demás, construirán las suyas. Otros rompecabezas sobre mi propio troquelado.

Play.

L'amour, ça fait pleurer

Comme quoi l'existence

Ça vous donne toutes les chances

Pour les reprendre après...

(Toma el sobre y lo abre; tiene nuevas ideas; despliega nuevamente la carta.)

Ojalá estuvieras aquí para que entiendas lo último que escucho y quiero explicar. Mi vida es un rompecabezas que rearmo constantemente, pero también son los puzzles de los demás sobre mí. Vivir es un collage de periódicos.

Nunca una foto dice todo. Ninguna vida se explica. Si algo somos, eso es un infinito en la finitud.

¿No has notado que todas mis explicaciones son circulares?

Allez, venez, Milord!

Vous avez l'air d'un mome!

Laissez-vous faire, Milord,

Venez dans mon royaume

¿Qué hay en tu reino? Lo que debías mostrar ya lo vi. Lo que deseaba, lo tuve. ¿Por qué he de regresar allí donde no queda nada? Nadie vuelve al desierto para morir de sed. Antes navega la mar, donde igual caerá sediento, aunque tendrá otro viaje.

No tocas dos puertos iguales en este viaje, Charo. Lo dicho: nada es igual a sí mismo. No hay regreso, apenas un tránsito. Hacia allá. Hacia los finales.

¿Acaso no notas que mis negaciones son afirmaciones?

Je soigne les remords,

Je chante la romance,

Je chante les milords

Qui n'ont pas eu de chance!

Regardez-moi, Milord,

Vous n'm'avez jamais vue...

Mais... vous pleurez, Milord?

Ça... j'l'aurais jamais cru!...

Pause.

(Detiene la escritura; piensa; echa volutas al aire.)

Ah, perra Charo. ¡Claro que sí! Canta al remordimiento, cántale a tu deshilachado amor. Nunca tuve suerte y no la tendré. ¿Acaso es necesaria? Los finales están escritos, ¿no es así? Y si lloro —lloré, lloraré— es porque no importa qué, cómo, dónde ni cuándo, no puedo cambiar quien soy ni adonde me lleva esta barca.

Soy un Odiseo sin gloria, el único al que las sirenas no le cantan. Ellas se echan al Egeo cuando me sienten llegar.

Play.


Eh ben, voyons, Milord!

Souriez-moi, Milord!

...Mieux qu' ça! Un petit effort...

Voilà, c'est ca!

Allez, riez, Milord!

Allez, chantez, Milord!

La-la-la...

Mais oui, dansez, Milord!

La-la-la... Bravo Milord!

La-la-la... Encore Milord!... La-la-la...

(Vuelve al papel.)

No quiero ser feliz. Sólo necesito terminar con esto. Como sea, non, je ne regrette rien.

Stop? Pause.

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